miércoles, 12 de marzo de 2014

Espuma sangrienta, detrás de la mafia del “Cervecero”



Por Jorge Joury

Hace más de 30 años que dejé de ir a los estadios de fútbol. En aquella oportunidad los violentos me obligaron a divorciarme de las tribunas, frente a un episodio que puso en riesgo la vida de mi hijo. Hasta ahí se podía decir que el más popular de los deportes convocaba a la familia. Pero aquel status se fue diluyendo, porque llegó la mafia y con la irrupción de la droga, todo se hizo más irracional. Desde entonces, delincuentes, fascinerosos, vendedores de drogas, matones a sueldo, punteros politicos y criminales de la peor calaña, tiñieron de sangre la pelota. La enciclopedia de la muerte ya lleva acumuladas casi 300 vidas. Un pequeño ejército aniquilado en medio de guerras intestinas por el poder y el dinero.

Esta vez la nueva película de terror se proyectó este lunes en Quilmes. En el mismo territorio en que la amenaza del descenso viene pegando en el palo y desvelando a muchos. No obstante, la situación aún da para que se cocinen buenos negocios con suculentos botines surgidos de la maginalidad y el delito. Más de una decena de heridos, algunos de ellos apuñalados con armas caseras como facas, fue el saldo en la previa del partido de Quilmes que recibía a All Boys. Hoy se dice que era algo así como un final anunciado. Pero que los dirigentes no lo quisieron ver, porque era como mirarse en su propio espejo. Ni más ni menos que colocaron a la opinión pública frente al engendro de lo más cancerígeno de su propio riñón. Fue bochornoso lo que se mostró a través de la televisión. Y sin chance de echarle la culpa a los visitantes, porque no había público de ese tenor. Sencillamente se trataba de las dos lineas de la barra cervecera, protagonizando una batalla campal.

ASI ABRIERON LAS PUERTAS DEL INFIERNO

Si recorremos el informe policial hay puntualidad rayana. El comienzo de la trifulca fue cronometrado exactamente a las 19.00. La barra oficial, liderada por Ramiro Bustamante (hoy preso), ingresó a la popular con el dato de que allí aguardaba la barra disidente, referenciada en Osvaldo “Dedo” Becerra. De un lado y del otro se sabía que el paso siguiente era a cara de perro. Por eso, durante unos breves momentos, la barra de Bustamante se agrupó sobre una esquina de la tribuna y declaró las intenciones: “Esta es la barra de Quilmes, se la aguanta de verdad, y si alguno tiene dudas, que nos vengan a buscar”.Peleaban por ganar la territorialidad del corazón de la hinchada.

Así fue como en segundos, el escenario de la barbarie explotó de una manera virulenta.Los dos grupos se enfrentaron con trompadas, caños y cuchillos. Incluso, usaron los palos de las banderas y los bombos para agredirse. Varios de los barras fueron golpeados brutalmente y las imágenes del terror ilustraron a algunos de ellos siendo impactados en el piso por medio de patadas. Se tiraron hasta con un cajón de cerveza. Mientras tanto, los efectivos policiales permanecían afuera del estadio.

Pero la historia no terminó allí. Luego de la pelea en la popular, y mientras se trataba de socorrer a los heridos, los barras chocaron con la Policía en su intento por escapar del estadio. Y continuaron las corridas por la avenida Vicente López. El saldo fue de tres efectivos heridos. Entre ellos, el jefe de la distrital de Quilmes, José Jaule, y un comisario. Además, cinco barras fueron internados. Mario Becerra, hijo del jefe de la barra, fue apuñalado y sufrió una perforación de pulmón. Pero lo incomprensible, es que inexplicablemente en las últimas horas, tres de los heridos se fueron del hospital sin el alta médica. Evidentemente la policía miró hacia otro lado.

El doctor Gustavo Wahnschaffe, director del Iriarte, confirmó, además, que “hay un paciente internado y esposado”, en referencia a Mario Becerra, uno de los líderes de la facción disidente, quien permanece en coma inducido.

Pero lo más patético es que el fuego aún no se apagó. En las adyacencias del hospital, hay grupos de hinchas de Quilmes, buscando revancha. Por esa razón Wahnshaffe explicó que “por temor a que continúe la gresca dentro del hospital, porque han venido heridos de ambos lados, le pedimos un refuerzo policial y ahora tenemos un móvil de caballería en la puerta”. Falta solo el humo de los cañones y lo que estamos relatando es lo más parecido a una guerra sin cuartel.

MONTESCOS Y CAPULETOS, LA GUERRA ENTRE DOS FAMILIAS

Pero no hay que perder de vista a los protagonistas de esta cruel pulseada. Por un lado está el grupo “Los Alamos”, que tiene un protuario que hiela la sangre. Se lo recuerda en el Sur por la insólita reacción cuando falleció el hijo del ex líder de la barra, José María Fernández. Fue en octubre del 2012 durante el partido de reserva entre Quilmes y Unión. Aquella vez entraron como si fuera su casa. Así de simple, sin ningún policía ni nadie que se los impida. Tenían hasta la autorización del club. Allí el sector de la barra brava del cervecero realizó una temible demostración de poder. Durante el partido de reserva y ante la mirada atónita de miles de personas, ingresaron con el cajón al estadio Centenario, a los tiros para velarlo.En aquel momento, el árbitro suspendió el partido por unos minutos.Pero luego los hinchas abandonaron la popular y las cosas siguieron con normalidad, como si nada hubiera ocurrido. La interna en el “Cervecero” es la historia de Montescos y Capuletos. Una guerra entre dos familias que viene agravándose desde el año pasado. De un lado, la facción oficial denominados los de “El Monte”, comandada por Ramiro Bustamante, mientras que a los disidentes se los conoce como “Los Álamos”. Estos responden a Osvaldo “Dedo” Becerra, antiguo capo del paravalancha.Los memoriosos del tablón cervecero se hacen la señal de la cruz cuando pasan revista al perfil sangriento de “Los Bustamante” y “Los Becerra” . El episodio ocurrido el último lunes se produjo cuando Mario, el hijo de “Dedo”, se instaló en la tribuna para recuperar el poder perdido por su padre y fue atacado por sus enemigos para que eso no suceda.

EL BOTIN DE GUERRA DE UN NEGOCIO MILLONARIO

Además del liderazgo en la cancha, ambas facciones se disputan una cadena de ingresos económicos millonarios que recorren la ciudad de Quilmes. La venta de ropa trucha en las zonas de la peatonal y la estación de trenes, lavaderos de autos clandestinos, comercialización de drogas de todos los colores, estacionamiento, venta en puestos de comida, favores a la política de turno y hasta la adinistración de una parrilla ubicada en las inmediaciones del estadio, son los botines en pugna cueste lo que cueste.
lgunos ejemplos pintan de cuerpo entero el estuche de violencia de ambos bandos. El 24 de abril, un grupo de hombres llegó con armas y facas a un lavadero, propiedad de Becerra. Le exigían a “Dedo” el control de los puestos de indumentaria del club. Hay que decir también que como corolario de estos violentos enfrentamientos, los puestos de venta de comida y ropa que están en el estadio y sus inmediaciones, ya pasaron a manos de Bustamante. La revancha no se hizo esperar. Tres días después, un auto y una moto frenaron en la esquina de la calle Guido y Sierra, mientras dos micros de la barra oficial se preparaban para partir a la cancha de River.

En aquella oportunidad cinco hombres se bajaron de los vehículos y disparon casi 50 tiros.El saldo fue de seis heridos de bala, todos miembros de la facción de Bustamante. Aníbal Fernández, presidente del club, por entonces salió rápidamente a explicar a los medios que : ” El hecho no tiene nada que ver con Quilmes. Nadie quiere saber nada de ellos. Están en el derecho de admisión y no pueden entrar a la cancha”.
Pero donde hay fuego cenizas quedan. En junio de 2012 tirotearon la casa de Ramiro Bustamante, y su gente acusó en conferencia de prensa en el estadio “Cervecero” al entonces jefe de gabinete, Juan Manuel Abal Medina, de estar detrás del ataque. El de este lunes fue el cuarto choque de los últimos tiempos.

“BUENOS MUCHACHOS” CON TEMIBLES PRONTUARIOS

Becerra es el antiguo líder de la tribuna y en 2006 fue involucrado en un violento enfrentamiento entre dos sectores de la Uocra en el que murió apuñalada una persona. Lo que se dice es que “Dedo” era un hombre cercano al ex intendente local Sergio Villordo, hoy en el Frente Renovador.

En cuanto a Ramiro Bustamante, actualmente está preso en Magdalena desde agosto de 2011 junto a su esposa. Se lo acusa de ser uno de los integrantes del grupo que a principios de ese mes asaltó un lavadero. Tenía en su haber dos pedidos de captura previos. Se lo vincula con Jorge “Kencho” Trejo (ex director de Higiene Urbana) y de Ángel García, dirigente del club y de la Agrupación Jauretche.

LA PALABRA LA TIENEN LOS DIRIGENTES

Por estas horas muchos nos preguntamos si el enfrentamiento pudo haberse evitado. La respuesta habría que buscarla en el marco dirigencial del club. No hay que olvidar que desde que se prohibió la presencia de hinchas visitantes, la policía vio limitado su campo de acción. Antes, se guiaba por rumores o antecedentes violentos en partidos de alto riesgo. “Ahora no se puede hacer nada de inteligencia por un tema legal. Como ahora el tema es interno de cada barra, la única manera de prevenirlo es con infiltrados que cuenten lo que va a pasar”, relató una fuente al tanto de los operativos de seguridad en los partidos de fútbol.

Acabo de darme cuenta que historias similares a la de hoy, las escribí hace decenas de años . Y lo grave es que nada ha cambiado, porque ni la AFA, ni los clubes pusieron interés en resolver el tema. En Inglaterra echaron a los Hooligans porque no tenían ligazones con la polìtica y se terminó la violencia. Acá parece como una utopía poder hacer lo mismo, porque los dirigentes usan a los barras para pegatinas y para marcar la cancha durante las campañas,además de otros favores para amedrentar a opositores.

Pero me quedo con una frase de Andrés Meiszner, vicepresidente primero del Club : “si falla el operativo policial no es un tema nuestro, nosotros cumplimos con lo que pide Aprevide. En el estadio hay cámaras, espero que sirvan para identificar. Nosotros nos vamos a defender porque pagamos 72hs. antes el servicio. Si hay una sanción que sea para el operativo”, se quejó. Como se ve, los dirigentes patean siempre la pelota hacia afuera o acaso no sabían que las dos barras podían explotar en cualquier momento. Entonces, quien los dejó entrar: ¿El gran bonete?…

No hay comentarios: