miércoles, 5 de marzo de 2014

Scioli trabaja para el 2015 con una “guardia imperial” en las sombras y el foco en Massa


Por Jorge Joury

En los pasillos de la Gobernación ya es un secreto a voces que Daniel Scioli está completamente lanzado hacia la carrera presidencial del 2015. En muchos despachos se trabaja a pleno, trazando la estrategia y el armado de lo que será una de las campañas más difíciles de la historia para el oficialismo. Más que aquella que encontró a Cafiero y Menem frente a frente. Sobre todo por el jugador que está del otro lado del mostrador, el tigrense Sergio Massa, que suma todo lo que puede, aunque venga devaluado, pero dejando en claro que es un crítico del modelo y que irá por afuera del partido.

Bajo la carpa de Scioli se comenta que cada uno de sus pasos lo articula una suerte de “guardia imperial” en las sombras. Dos espadas filosas de la politica del pasado reciente. Una es Eduardo Duhalde y el otro “El Chueco” Masson, quien supo ser operador de “El Cabezón” en las épocas gloriosas, cuando dominaba el fiel y poderoso ejército formado por los denominados barones del conurbano. Scioli y Duhalde, aunque no lo reconozcan públicamente, “siempre estuvieron cerca . Hay favores de siempre y hasta suelen reunirse en tertulias de fin de semana en la quinta La Ñata para analizar la realidad política”, admitió una fuente confiable.

CABEZAZO Y CENTRO A LA OLLA QUE DESPERTO REVUELO

Hay quienes afirman que Duhalde es uno de los jefes de campaña. El que tiene la vara más alta. “Conoce a los K, porque él eligió a Néstor en su momento y sabe por dónde entrarles”, confió el vocero, quien reveló que el ex presidente teje su estrategia ocupando un despacho en una de las sedes de la Gobernación, en el centro porteño. Allí es donde arma la rosca para posicionar al hombre del Abasto.

En la lectura fina de los observadores se insiste en que no es una casualidad que el propio Duhalde irrumpiera en las últimas horas en la escena política con una reflexión que desató revuelo en el PJ. Fue quien señaló que Scioli es el candfidato más firme y dio a entender que es el camino más corto para asegurar una victoria justicialista. Sugirió también que Massa debe hacer sus primeras armas para ganar en gestión, como candidato a gobernador de Buenos Aires. Pero el viejo zorro de la política, no da puntada sin hilo: propuso que ambos deben ir juntos “para garantizar un triunfo sin segunda vuelta”, en las próximas elecciones.

Hoy por hoy, Scioli , que enfrenta el serio e inmediato desafío de no salir herido de la paritaria docente, también cifra su esperanza en la incipiente paz cambiaria de estos días. Ruega que no se le escapen el dólar y los precios, Y lo que se comenta es que asesores como Miguel Bein o Mario Blejer bendicen las medidas y le marcan la grilla de apuestas. De esta manera, el ex motonauta se mueve como pez en el agua con la palabra “positivo” en la mochila de su discurso.”Daniel aprendió desde cuando era secretario de Turismo en los peores años de malaria de la Argentina, que a la gente siempre hay que acercarle una esperanza y evitar confrontar de manera ofensiva con los rivales, porque hoy cotiza el diálogo, que es la mejor oposición al monólogo. En eso puede dar cátedra.Vos lo podés llevar al límite, pero él nunca se va a salir de caja y va a poner la otra mejilla”, señaló uno de sus mosqueteros.

PARA LLEGAR, NUNCA EN CONTRA DE CRISTINA

En esta dirección se supo también que Scioli recita a toda hora el aforismo que aprendió de un viejo zorro peronista: “podés llegar con Cristina o sin Cristina, pero no contra Cristina”. Con esa consigna, él se acerca a gobernadores como el sanjuanino Gioja,(su posible candidato de fórmula), el misionero Closs, el chubutense Buzzi, el mendocino Pérez, el neuquino Jorge Sapag y el riojano Beder Herrera.

El abanico va de Norte a Sur, porque también conversa con Daniel Peralta, a quien Cristina Kirchner indultó . Pero la puntada final de este entramado es peligrosa: un arreglo con José Manuel de la Sota, máximo enemigo de Carlos Zannini, quien tienta a Scioli diciendo: “Soy el único peronista que cuenta con 500.000 votos endosables”.

En el extremo de la audacia, Scioli también coloniza el gabinete nacional. Selló una alianza con Diego Bossio, ahijado de Gioja y titular de la Anses, quien aspira a sucederlo en La Plata. Habla con el tucumano Jorge Manzur, ministro de Salud. Cruza mensajes cifrados con Julio De Vido. Y se alió con el zar del juego y ahora dueño del multimedios de C5N, Cristóbal López, su adelantado en Tigre. En cambio, con Florencio Randazzo sólo logró cerrar el pacto de las fotomultas.

Scioli sabe que el gran escollo es “La Cámpora”, los kirchneristas de paladar negro, que intentan por todas las formas alguna pirueta que les permita desplazarlo de candidato por otro del riñón más progre. Pero para contrarrestar a estros jóvenes, el gobernador cuenta con muchos caciques de peso en el Conurbano, que están dispuestos a tomar la lanza con tal de correrlos. “A estos muchachos, que en vez de sumar, restan con su soberbia y desaciertos, lo único que les interesa es la billetera”, comentó irónicamente uno de los jefes territoriales.

La coreografía del congreso partidario de Santa Teresita, el sábado pasado, expresó este drama: mientras hablaba Scioli, los cuarentones de La Cámpora vociferaban “el que no salta es de Clarín”. La relación con los medios y las enormes fisuras de su política de seguridad son los argumentos a los que apelarán los que no se resignan a la candidatura del gobernador.

LA PROMESA DE LLEGAR A LAS “INTIMIDADES” DE MASSA

Es de público conocimiento que el entrerriano Sergio Urribarri se ha puesto al servicio de esas ensoñaciones. Con él se alinean su protegido Miguel Galuccio, Agustín Rossi, Carlos Tomada, Daniel Filmus, Jorge Taiana, Francisco Gutiérrez y, siempre en las antípodas de De Vido, Zannini. El motor de la candidatura de Urribarri es el deterioro de Jorge Capitanich, quien al parecer cuenta con el apoyo de un puntero de Quilmes.

Scioli celebra esta reticencia a su figura. Aspira a salir bendecido de unas primarias en las que Cristina Kirchner lo enfrente con un candidato propio, que absorbería la negatividad del Gobierno. Pero en Olivos piensan de otro modo. Aspiran a capturar posiciones para controlar a un eventual presidente salido del oficialismo. Después de fracasar con el Consejo de la Magistratura, en La Cámpora se proponen quedarse con la Anses. Scioli lamentaría la pérdida, ya que fantasea con que Bossio le proporcionará las prometidas “intimidades de Massa”.

UN “CUERVO” PARA LA TIA

La Cámpora, que si de ambiciones se trata no tiene límites, ahora anda también detrás del Ministerio de Desarrollo Social para el “Cuervo” Larroque, para lo cual tendrán que obtener la venia de Máximo Kirchner y ver si está dispuesto a sacrificar a la tía Alicia.

Pero lo que desvela a Scioli, más que el fuego de artillería que le mande Cristina, es Sergio Massa. El nuevo diputado lo sigue superando en las encuestas -Hugo Haime y Julio Aurelio los dan 30 a 20-. No obstante, los gurúes del gobernador le hablan al oído susurrando que el hombre del Tigre tendrá que remar de manera convicente para convertirse en el elegido. Señalan que no hay que olvidar la victoria contundente del Colorado De Narváez, que luego se derrumbó con su propio discurso. Y aquí citan como un desacierto del massismo, haber sumado a un personaje oscuro como el intendente de Merlo, “El vasco” Raúl Othacehé, señalado en su propio distrito “como hombre violento, dictatorial y de armas llevar cuando se trata de repartir plomo”.

BARAJAR Y DAR DE VUELTA PARA QUE NO SE APAGUE LA ESTRELLA

Con independencia de esta guerra de zapa, el ajuste de Cristina también modifica los planes de Massa. La hipótesis de un derrumbe se ha debilitado. Y la posibilidad de que el Gobierno mejore su performance paralizó los pases hacia el peronismo opositor. Esta novedad entorpece la estrella federal de Massa, expansiva en la provincia de Buenos Aires pero más lenta en el resto del país: se afirmó en Chubut (Das Neves), La Pampa (Verna) y Santa Fe (Reutemann), más allá de brumosas conversaciones con radicales. En ese despliegue, el Frente Renovador compite con Mauricio Macri, a quien Scioli alienta en secreto.



Massa todavía está montado en la inercia de la última campaña. Pero, como la marcha será más larga, deberá barajar y dar de vuelta en su carrera. En su campo hay señales de desorden. La irrupción de José de Mendiguren pidiendo, para alegría de Tomada, la prórroga de las paritarias. El dislate de Felipe Solá frente a las mejoras salariales en discusión, señalando que la gente estaría de acuerdo en que le bajen el sueldo. O la estridente recepción a Raúl Othacehé, que, entre otros perjuicios, abre más la herida con el Papa y con el clero por el antecedente del caso Bargalló, revelan que el massismo se está moviendo con el sistema nervioso periférico.

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