domingo, 30 de marzo de 2014

El caso Rial y los peligros de la infidelidad virtual



Por Jorge Joury | Alguien dijo alguna vez que del ridículo es difícil volver. Lo cierto es que el periodisra Jorge Rial probó de su propia medicina en el riesgoso juego de las redes sociales. A tal punto que el presunto caso de infidelidad virtual en que se ha enredado, ha puesto en riesgo la convivencia con su nueva pareja, Mariana Antoniale o “La Niña Loly”, como la llaman en el ambiente.“No vine a justificar nada; sino a decir públicamente que me dejé llevar. Entré en el cachondeo pero fue todo virtual: no pasó nada”, explicó Rial el viernes pasado a la audiencia de Intrusos.

Hoy Rial, que tiene más de 2 millones de seguidores se ha convertido en el protagonista de uno de esos escándalos que suele difundir y que ahora instala la discusión sobre los efectos perniciosos en el escenario periodístico. Obliga a hablar de las luces rojas que se han encedido en las redes sociales. Lo que le ocurrió a Rial es grave, porque él es uno de los grandes maestros de este mundo chimentero. Como fogonero, conoce al pie de la letra las reglas del juego y las marcas que deja la difusión pública de los hechos, generalmente impiadosos con el perfil de las personas. De carne somos y le puede ocurrir a cualquiera cuando entramos peligrosamente en el corredor del cachondeo. Depende de lo fuerte que se juegue en las redes, sobre todo cuando hay cuestiones de sexo de por medio, será el efecto o el daño que provoque a terceros.

Hay parejas que se mandan videos y hasta fotos eróticas, con el riesgo de que luego sean manipuladas hacia destinos inciertos, como la pornografía y hasta en algunos casos sean usados con fines extorsivos, como sostiene Rial que se ha hecho en este caso. Será la justicia la que tenga que probarlo si hubo o nó esa intencionalidad. Pero lo real es que el escándalo Rial se disparó luego de que la ex integrante de Gran Hermano Marianela Mirra hiciera público a través de una cuenta de Twitter un intercambio de mensajes seductores que venía manteniendo durante las últimas semanas con el mandamás de Intrusos. Lo cierto es que, Loly Antoniale, vivió el episodio como una infidelidad. Pero hoy todos nos preguntamos si realmente ¿lo fue?.

El tema se ha instalado en la sociedad y hasta se debate desde múltiples enfoques en las redes sociales. A tal punto que la propia madre de Mariana ha pedido que “se apiden de mi hija, que está muy dolorida”. Es que el daño moral alcanza características devastadoras, al tomar una difusión tan masiva y una manipulación encarnizada desde cada ángulo en que se opine. A tal punto, que hoy resulta difícil volver del ridículo a los propios protagonistas.

Si vamos a la búsqueda de la opinión de psicólogos y terapeutas de pareja, parece haber consenso en que los devaneos virtuales, ya sea por medio de mensajes de texto o en alguna red social, son claramente un acto de infidelidad. Y de hecho, según sostienen algunos estudios, generan en el engañado tanto dolor como un engaño carnal. Para las personas engañadas, el hecho de que no haya habido una consumación física de la traición no atenúa la angustia y el dolor. Así lo muestra al menos un estudio realizado en la Universidad Tecnológica de Texas en base a casos recogidos en Faceboookcheating.com, un sitio que recopila historias de infidelidades que tuvieron lugar en la mayor red social de internet.

La investigadora Jaclyn Cravens, tras poner bajo la lupa cientos de vivencias, llegó a la conclusión de que para las personas engañadas el hecho de que no haya habido una consumación física del engaño no atenúa la angustia y el dolor. “El impacto emocional para quien ha descubierto una infidelidad virtual de su pareja no es menos grave que el producido por engaños físicos”, sostiene Cravens.

La investigadora apela a que el uso creciente de las nuevas tecnologías de comunicación, y en especial de las redes sociales, ha cambiado la dinámica de las relaciones de pareja y facilita hoy la infidelidad. Otros especialistas reconocen encontrarse de manera cada vez más frecuente con este tipo de situaciones en sus consultorios. “No hay duda de que es así”. “Si las infidelidades siempre han sido una de las principales causas de rupturas, internet ha hecho que hoy lo sean mucho más. Tengamos en cuenta de que no sólo ofrece una inmediatez que antes no existía, sino también una sensación de inocuidad que no siempre lo es.

Es muy difícil detener la tormenta, desde el momento en que movilizan el mismo tipo de pensamientos y emociones que cualquier otra relación, llamensé expectativas, fantasías, complicidades e intimidad. Los affaires on line suelen tener un efecto muy destructivo y resultan difíciles de remediar, sobre los vínculos de pareja reales y cotidianos. Además dejan heridas profundas que cuestan cerrar en el tiempo.

Los pisicólogos además ponen su acento en que estos encuentros no son tan inocuos como suele pretenderse, ya que en la mayoría de los casos, esos histeriqueos a distancia constituyen el punto de partida de posteriores encuentros físicos. Y de este modo la seducción que comienza en la red. termina en la realidad. Y luego vienen los problemas de fractura en las parejas.

El hecho de que las nuevas tecnologías de la comunicación facilitan la infidelidad ha sido ampliamente analizado en el libro “ En la cama con la red: Internet, el nuevo adulterio”. En él, el doctor en Psicología Loic Roche y el experto en la Red Yannick Chatelain, llegan a la conclusión de que cada vez más personas sucumben a las relaciones virtuales, porque éstas generan una suerte de ilusión afrodisíaca. “Esa sensación de cercanía y anonimato que ofrece internet alienta a que las personas compartan con desconocidos problemas que normalmente sólo hablarían con alguien de confianza. Y eso lleva a menudo a que uno desarrolle la estimulante sensación de ser comprendido por el otro”.



Pero hay que tener cuidado. En la práctica esto generalmente no es así, sino todo lo contrario. No hace más que abrir la puerta para escándalos futuros de proporciones, que por tomar tánta difusión masiva en las redes, tienen efectos demoledores en las relaciones de pareja.

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