jueves, 19 de febrero de 2015

La carne al asador de Samid y el primer camaleón de Massa


Por Jorge Joury
Mar del Plata está al rojo vivo. Algunos aseguran que es la vidriera polìtica del 2015 y explota por donde se la mire. Es la mejor temporada en décadas. Lo cierto es que todos los candidatos pasan por allì para jugarse una ficha en favor de la popularidad. Pero el que lleva la delantera con la seguridad es Scioli, quien inyectó un ejército de policìas en toda la costa para resguardar la seguridad de los turistas. Todavía resuenan los ecos del cumpleños 58 del gobernador. Alrededor de 100 invitados ocuparon una docena de mesas de un salón, donde el naranja se impuso en la decoración y el cotillón. Desde los globos hasta la torta lucían el color que combina la energía del rojo con la felicidad del amarillo. El pastel además de velas cargó un botín de oro en referencia al bicampeonato de futsal que logró el gobernador con su equipo de Villa La Ñata y una leyenda que no podía faltar: “Scioli 2015″.
Pero el que apostó un pleno en favor del ex motonauta, fue el empresario de la carne, el polémico Alberto Samid. Ya casi con un pie en el Bailando de Marcelo Tinelli, siempre y cuando le aporten los aparatos al hospital de La Matanza  para disminuír la mortalidad infantil, Samid hizo sus primeras armas con Karina Rabolini al ritmo de la canción “El Matador”. Pero también dejó mucha tela para cortar con sus declaraciones.
Ubicado muy cerca de los periodistas se encargó de calificar a su amigo Scioli como el mejor candidato para conducir los destinos del país. Lo comparó con el comandante de un avión que tiene en claro como llegar a destino. En cambio sobre Florencio Randazzo, declaró que es un “comisario de a bordo”, que necesita recibir órdenes porque no se basta por sì mismo, lo cual levantó olas en las carpas del kirchnerismo. Samid no da puntada sin hilo. Cuando pone toda la carne al asador, lo hace a sabiendas que todo lo que dice rebotará en el frontón mediático.
Otro de los que pasó por la perla del Atántico y levanto olas en el frente Renovador, fue Gustavo Posse, el intendente de San Isidro. Posse intuye que su socio, Sergio Massa, está clavado en las encuestas y no levanta vuelo. Hace tiempo que viene esperando un repunte que no se da. Además está cansado de los aprietes de la suegra del líder  del FR, Marcela Durrieu, madre de Malena, la esposa de Massa, quien además de ser concejal opositora en su distrito, es una piedra en el zapato para el jefe comunal. Junto a su hijo Sebastián Galmarini le quieren serruchar el piso como sea.
Por estas cuestiones, a Posse se le ha agotado la paciencia. Fue por ello que explotó al expresar su disconformidad con Sergio Massa. Para incomodarlo no hizo otra cosa que  indicar que podría ser “un buen vicepresidente” de Mauricio Macri. Posse, quien estaba en la lista del massismo como precandidato a gobernador bonaerense dio otro paso en dirección a su antiguo aliado, el jefe de gobierno porteño y rival directo del líder del Frente Renovador en la carrera por la presidencia. Más aún, cargó justo al saber que Macri autorizó a Gabriela Michetti su ex compañera de fórmula, a competir por la jefatura de gobierno porteño. Posse cada vez está más amarillo y sueña con acompañar a Macri en la fórmula presidencial, murmuran en su entorno. Era algo que se veía venir. Como una final anunciado, que habíamos venido anticipando desde esta columna.
“A mí me gusta, hay un cambio en la ciudad. Ganó una elección legislativa y dos mandatos como gobernante, dejó una marca en la gestión”, dijo  Posse en referencia al que considera su “amigo” y de quien se distanció -políticamente al menos- cuando se incorporó a la lista de candidatos a gobernador del FR.
Algunos sostienen que la  flamante inclusión de Francisco De Narváez, y sobre todo la posibilidad de que Martín Insaurralde se sume también a ese lote de postulantes en el FR, llevó a Posse a mostrar su incomodidad. Repitió que “no sirve” ese “club de candidatos” que Massa amalgamó con la idea de una gran interna bonaerense que le permita altos porcentajes de voto en las primarias del 9 de agosto.”No me gusta la gestión de Daniel Scioli, pero no hay que subestimarlo. Hay que ampliar la masa crítica, y la forma de hacerlo es con el PRO”, agregó el intendente, y reiteró, de esa manera, lo que desde el macrismo ven como imposible: tener algún tipo de acuerdo con Massa en estas elecciones.
En el estado mayor amarillo, también sacan cuentas. En principio, distintos dirigentes del macrismo bonaerense creen que las recientes declaraciones del intendente radical “lo alejan de Massa”, sobre todo porque trascendió la molestia del propio líder renovador con las declaraciones de Posse. Y especulan con algunos pasos que deberían darse para que el acercamiento discursivo se traduzca en hechos concretos. “La reunión con él se va a dar en cualquier momento, porque el diálogo nunca se cortó. Pero habrá que ver cómo toma la sociedad esta unidad, si realmente nos sirve a todos”, afirmaron algunas de las primeras espadas desde el macrismo bonaerense.
Más allá de la incomodidad de Jorge Macri, que ya puso condiciones y dijo que habría que “hablar mucho” con Posse antes de su ingreso, cerca de María Eugenia Vidal, precandidata de Macri en la provincia, no pusieron reparos. “La relación entre ellos es buena, y no hay problemas en ir a internas o compartir fórmula llegado el caso”, deslizaron cerca de Vidal. Hay que tener en cuenta que Macri no mueve el amperìmetro con sus candidatos en el conurbano bonaerense y aunque Posse no es una ficha clave en el tablero electoral, su pase al PRO podría acercarle prensa trinfalista para devaluar a Massa, principalmente. Algunos se preguntan por estas horas si habrá mudanza. “Soy amigo de Mauricio y no quiero usarlo, como él no me usa a mí”, responde Posse, misterioso y sin dar detalles de las conversaciones. El que se frota las manos es Daniel Scioli, quien cree que cualquier movida le acerca más fichas, porque no hace otra cosa que mostrar grietas en el FR. Lo cierto es que con casi cuatro períodos al frente de la intendencia de San Isidro, el intendente de origen radical decidió que era hora de dar el salto. Su destino, que parecía pegado a Massa, está cada vez más cerca del macrismo.

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