miércoles, 18 de marzo de 2015

Nueva alianza, la vieja politica y los heridos de Gualeguaychú


Por Jorge Joury|

Las alianzas políticas son riesgosas y siempre dejan heridos por el camino. Más aún, cuando están en las antípodas, como es el caso de la UCR, acostumbrada a caminar por la centro izquierda . Ahora  deberá cambiar el paso hacia la derecha para convivir con el PRO y la siempre volcánica Coalición Cívica de Elisa Carrió. Nadie sabe cómo terminará la alquimia, a la que algunos comparan como el agua y el aceite. Lo cierto es que la decisión de la UCR  de jugar en una interna con el macrismo, además de dejar al descubierto la grieta de uno de sus sectores, marcó un interrogante respecto al futuro de la unidad del partido centenario y la vigencia de el histórico lema: “que se doble, pero que no se rompa”.
Si bien se trata de un espacio orgánico y todos habían manifestado en la previa que acatarían la voluntad final, en el cobismo ya evalúan como se desenvuelve Stolbizer entre las ruinas del FAUnen. En la primera consecuencia institucional del acuerdo del radicalismo con el PRO, Nito Artaza anunció su renuncia a la mesa del Comité Nacional de la UCR. El senador sostuvo que la alianza desperfila al partido y lo lleva a una “ruptura”. “No puedo acompañar al presidente (Ernesto Sanz). No puedo estar ahí después de esta decisión”, planteó. En este sentido, acusó a la dirigencia que encabeza Sanz de haberse alejado de “lo que piensa la mayoría” de los afiliados, uniéndose “a las corporaciones y la centroderecha”.
El futuro del radicalismo ahora pende de un hilo. Será crucial el mensaje que empiece a dar Ernesto Sanz, ya no a los que apoyaron su acuerdo con el PRO, sino hacia los perdedores de Guleguaychú. Aquellos convencionales que le dijeron que no al nuevo armado y que ahora, malheridos y decepcionados, pueden torcerse hacia otros rumbos, fragmentándole el voto a la UCR. El desafío será de qué manera contener a ese 40% que no acompañó y que aún sangra por la decisión de la Convención. A Sanz le espera un trabajo titánico. También deberá lidiar con Elisa Carrió para empezar a bajarle el tono de sus declaraciones altisonantes. Con sus dotes de vidente, Lilita ya anticipa públicamente  una victoria en primera vuelta, además de pregonar que “nadie pierde su identidad. Es toda gente de centroderecha o centroizquierda, pero más bien gente que coaliga en el centro”, dijo Lilita, tratando de surcir las vestimentas desgarradas.

UN 40% DE DESENCANTADOS

Los  heridos de Gualeguaychú ya ni siquiera solo miran el armado de las listas o las repartijas de cargos, sino que hasta sospechan de los términos programáticos y de gestión que pueda construir esta nueva alianza. Para estos desencantados, pasa a ser fundamental Stolbizer y su predisposición a tenderles una mano a los que se fueron de la Convención con la cabeza baja. Por un lado está Ricardo Alfonsín que tuvo que digerir la derrota y se llevó la mochila con la responsabilidad de trabajar en “el candidato propio” para la Provincia. Por el otro, Julio Cobos, al que más favorecían las encuestas y que dio un discurso de cierre de una etapa y ya enfoca hacia los restos del FAUnen para intentar llevarse el 40% del rechazo al acuerdo, hacia la candidatura de Margarita Stolbizer. Si la dirigente decide largar, tal vez pueda aglutinar la angustia de los jovenes que se sienten frustrados. Lo cierto es que en términos electorale, ese 40% puede darse por fuera o por dentro del espacio. Todo dependerá de si Sanz sabe desenredar la madeja que el mismo armó en el camino hacia la interna con Macri. Los ecos de Gualeguaychú mostraron entre otras cosas, que a la nueva alianza la bancó lo que fue la Coordinadora. Un progre o ex progre, como Aníbal Reynaldo, intentó explicarla con una apelación a los 70: habló de “la contradicción fundamental”. Otro, Federico Storani, se llevó la peor parte. Pasó del ala izquierda de Alfonsín a portavoz del acuerdo con Macri. Se llevó como premio el abucheo de parte de la barra. Hablan también que el legendario Coty Nosiglia estuvo detrás de la jugada del acuerdo con el PRO, todo un signo de que la vieja política toma ímpetus para volver al ruedo.

TRAS LAS MIELES DEL PODER

El radicalismo irá a las PASO del 9 de agosto con el PRO de Mauricio Macri y la Coalición Cívica. Sería en el marco de una alianza que podría llamarse “Juntos por la Argentina”, destinado a evitar la fragmentación opositora y que siga gobernando en el país el peronismo. El objetivo del centenario partido es mantener su estructura en el Congreso, ganar al menos ocho gobernaciones y volver a recuperar las mieles del poder. Macri, en cambio, beneficiado por la estructura nacional de la UCR, sueña instalarse en el sillón de Rivadavia.
Lo que está por venir no será fácil. La discusión entre ambas fuerzas se centrará de aquí en más en la materialización de ese acuerdo, que contempla listas legislativas unificadas, cargos radicales en un futuro gabinete macrista, el cierre de nuevos vínculos provinciales y la firma de un compromiso programático básico entre ambas fuerzas.
Ya es un hecho que habrá listas de legisladores unificadas, integradas por las tres fuerzas. Es por eso que la primaria de agosto entre Sanz, Macri y Elisa Carrió para definir al candidato presidencial del espacio, será, en rigor, testimonial porque los tres llevarán la misma boleta nacional. Este punto es clave para la supervivencia de la UCR en el Congreso porque Macri lleva una ventaja en las encuestas que va de los 25 a los 30 puntos, irremontable para Sanz y Carrió, que no superan el 5% de los votos. Sólo en los distritos en los que sea imposible un acuerdo, se competirá con listas distintas.

LA DISCUSION DEL FUTURO GOBIERNO

En cambio, existe en el radicalismo una discusión sobre la conveniencia de integrar un futuro gobierno macrista, de llegar a la Casa Rosada en diciembre. Hay quienes creen que la UCR debería quedarse con la jefatura de Gabinete y al menos tres ministerios. Otros, temen que las diferencias ideológicas genere cortocircuitos insuperables. Es por eso que los hombres de Sanz pretenden que Macri firme una propuesta programática que constituya el núcleo básico con el que deben coincidir ambas fuerzas. Además de la defensa de las instituciones, en el borrador figura el compromiso por el manejo estatal de hidrocarburos y las jubilaciones, así como la continuidad de la Asignación Universal por Hijos.
Otro de los interrogantes a resolver es el futuro del senador jujeño Gerardo Morales, quien proponía una alianza amplia con Sergio Massa y tiene un acuerdo cerrado con el tigrense en su provincia. A todas luces, el líder del Frente Renovador fue el gran perjudicado por la decisión radical. Y si bien la Convención votó un artículo que habilita a las provincias que votan junto a la presidencial (Jujuy, Formosa, La Rioja, Catamarca y Santa Cruz) está la posibilidad de que los candidatos radicales lleven tanto la boleta de Macri como la de Massa para no hacer caer sus acuerdo locales. Habrá que ver si lo acepta el PRO que, envalentonado por las encuestas, se golpea el pecho con la intención de quedarse con todo.La interpretación que hacen algunos politólogos es que el macrismo se ha devorado al radicalísmo y que la fuerza centenaria vuelve a perder otro turno en la disputa por el poder real.  El efecto entusiasmo ha ganado a la oposición, mostrando al arco antiperonista unido en la foto, pero no hay pruebas que lo sostengan.

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