martes, 18 de noviembre de 2014

El peronismo siempre vuelve, más aún tratándose de un 17




Por Jorge Joury

Todavía recuerdo aquel 17 de noviembre de 1972. Me tocó ser testigo del retorno del general Perón a la Argentina, después de diciesiete años de exilio. Diluviaba. Nos desplazábamos con el fotógrafo, en un Fiat 1600 de la dotación del diario Crónica. Habíamos salido de la redacción con la orden expresa de traer todos los detalles. El chofer hizo malabares para sortear retenes militares camino a Ezeiza. Serpenteaba sobre el barro de manera tan peligrosa para llegar a tiempo al aeropuerto, que corrimos peligro de terminar dos veces en una zanja.
Alrededor nuestro y de a pié, avanzaban las columnas de obreros por miles. Con las ropas mojadas y los pies impregnados de barro se desplazaban como podían, frente a los fusiles de un ejército que ya se mostraba en retirada. El general Alejandro Agustín Lanusse, que había hecho lo imposible por contener la vuelta de aquel líder legendario, tiraba la toalla, tal vez con bronca. Y encima, como un cachetazo del destino, se le volvía a representar la foto del resurgimiento del mayor movimiento de masas que se recuerde en la historia, el mismo que protagonizó el otro 17, el de octubre de 1945. La foto de Perón al pie del avión, bajo el paraguas protector de José Ignacio Rucci, el jefe de la CGT, fue la muestra cabal que el líder estaba en tierra firme y dispuesto a reencontrarse con su pueblo.
En el mismo lugar, donde la autopista Ricchieri se cruza con el río, casi en las propias narices del aeropuerto de Ezeiza, este sábado el PJ bonaerense va a festejar por anticipado el Día del Militante, tratando de reeditar con una gran movilización, aquella gesta histórica.
Fernando Espìnoza, intendente de La Matanza y presidente del partido se ilusiona con aquella frase emblemática: “vuelve el peronismo”. La escribió en la gacetilla de prensa invitando al acto. Espinoza le ha transmitido a sus compañeros de ruta que quiere la presencia de todos los precandidatos presidenciales. A los que quieren acceder al sillón de Dardo Rocha en La Plata, también. A las segundas líneas y al movimiento obrero. A lo que se apunta, es a transmitir un mensaje de unidad ante la opinión pública.
Aunque no se lo diga en voz alta, detrás de esta convocatoria está la intención de lo que ya es un secreto a voces, empezar a bautizar a Daniel Scioli como el candidato oficial del FPV.
Parece una fiesta armada para el gobernador en su propio territorio. Es ni más ni menos, que la exclusividad de tamaña recordación, para el hombre que mejor mide en las encuestas. Los pesos pesados del justicialismo quieren darle su carta de apoyo para que los ecos de ese clamor lleguen hasta la Casa Rosada. Las señales ya son más que notorias y también retumban desde interior del país.
El lunes, en el Día del Militante la otra postal será en Mendoza . Allí el gobernador Francisco Paco Pérez, aunque no hizo público su apoyo,  le organizó a Scioli otro acto emblemático, con el guiño de sus colegas tucumanos, José Alperovich y el riojano Beder Herrera, que están encolumnados con el bonaerense en la interna. El ideólogo de la movida, paradójicamente también es un mendocino, Juan Carlos Mazzón. “El chueco”, como se lo llama en la intimidad, es un operador histórico del justicialsmo, de aquellos que son capaces de unir el aceite con el agua. Néstor Kirchner, de buen olfato, le dio el cargo y oficina que aún ostenta en la Casa Rosada. Hoy Mazzón trabaja en las sombras en el armado de Scioli y lo hace por cuenta propia. Es de los que cree que es equivocado ponerle freno a la consagración anticipada del ex motonauta para condicionarlo hasta último momento. Comparte el mismo criterio que los barones del conurbano, es decir alinearse detrás de un candidato fuerte, vencer en Las PASO ampliamente y dar la sensación de unidad para poder ganar en primera vuelta. También cree que lo más aconsejable es que Florencio Randazzo sea el hombre que represente al FPV para dar la batalla a la Gobernación.
Algo de esto dimos cuenta en una columna anterior. Fue lo que se habló en el asado celebrado semanas atrás en el quincho principal de Olivos entre Máximo Kirchner, los representantes más conspicuos de La Cámpora y un cuarteto de intendentes bonaerenses. Allí el ministro de Economía, Axel Kiciloff puso su granito de arena y adelantó que va a haber novedades en materia económica después de enero y “las cosas van a cambiar”. En la charla se admitió que el bendecido por CFK será Scioli, pero por ahora la Casa Rosada se la hará difícil para mantener las otras precandidaturas hasta último momento y que Cristina ocupe el centro de la escena.
El objetivo de aquí en más, es evitar fugas masivas hacia el massismo. Los actos de este sábado en territorio bonaerense y el del lunes en Mendoza, dan la impresión de que el peronismo empieza a desperezarse y buscar su propio destino, el de la historia que lo colocó en lo más alto de los movimientos populares. Los intendentes van recuperando poder en la escena. Los integrantes de La Cámpora han comprendido que los jefes territoriales son los grandes traccionadores de votos y comienzan a ensayar pasos al costado. Se trata ni más ni menos que de una ecuación matemática. El año próximo no solo se elige presidente, sino que se renuevan todas las gobernaciones. El sentimiento generalizado es que la locomotora que tire de la boleta tenga la potencia suficiente para ayudarlos a llegar a sus destinos.
Los analistas coinciden en que Scioli es el piloto de tormenta para llevar al justicialismo a la victoria. Las encuestas avalan esta hipótesis. No obstante, si se demoran las señales desde Balcarce 50, hay quienes reconocen en voz baja que el PJ tiene un Plan B impulsado por gobernadores y alcaldes. Si la Casa Rosada condiciona demasiado a Scioli, se apurará su consagración como un clamor unánime. En esta estrategia también figura disolver la PASO presidencial, para que el bonaerense no tenga que dividir votos en la primaria quedando en desventaja formal ante Sergio Massa o Mauricio Macri.
Todos además quieren manos libres para armar sus candidaturas y las listas. Además los jefes territoriales del conurbano ya han hecho saber su rechazo de plano a las listas colectoras que les licúan el poder zonal.
Como en aquel 17 lluvioso de la vuelta de Perón a la Argentina, algo está pasando en el movimiento justicialista. Tal vez mañana no llueva, pero quizá sea el comienzo de otro retorno: el de la mística.

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