martes, 18 de noviembre de 2014

La historia secreta del barro que dejó la campaña sucia




Por Jorge Joury

Hoy lo que sobra es agua y todos quieren llevarla para su molino. Ojalá sirva para desagotar la angustia de la gente. Nadie duda que el temporal desnudó toda clase de miserias en materia de discusión política. La foto se puso sepia y se alejó del drama de la población. Aparecieron en el escenario los  golpes bajos. La irrupción intempestiva de la campaña sucia por parte de los candidatos presidenciales. Esta suerte de aquadance encarnizado camino al 2015, no hizo otra cosa que desnudar una tormenta verbal entre un Daniel Scioli sacado de indignación y el diputado renovador Sergio Massa, los más damnificados por la manera en que se comportaron. Y si faltaba barro en el camino,  lo aportó Elisa Carrió con su cuota de sospechas de narcotráfico hacia el tigrense. ¿ Y el drama de la gente?. Bien, gracias.
Los duelos de artillería entre presidenciales a un año de las elecciones, anticipan que la discusión será a cara de perro. Lejos de la contienda, mirando desde la platea y sin la postal de una ciudad inundada de anteriores lluvias, el que sacó provecho de la situación, fue el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri. Para algunos, el ganador de una pulseada, de la que ni siquiera participó.
A la hora de la autocrítica, el único que mostró vocación fue una de las espadas sciolistas, el diputado bonaerense todo terreno, Guido Lorenzino, quien señaló que “claramente todos no estuvimos a la altura de las circunstancias a la hora de terminar de resolver los problemas. El cambio climático y las lluvias tan intensas en tan pocos días hacen que obras que venimos realizando no terminan teniendo el resultado que nosotros pretendemos”.
Pero no alcanza. Tal vez si ese hubiera sido el mensaje de apertura frente al desastre meteorológico, se hubiera evitado que los protagonistas del duelo verborrágico resultaran averiados. Pero en este mar de dislates, ya es imposible volver atrás. En los retazos que dejó el temporal, algunos hablan que las aguas turbias arrasaron con pactos secretos de convivencia muy frescos entre algunos candidatos.Comentan que en el mayor de los secretos Scioli y Massa habían acordado la semana pasada una tregua.
Emisarios de por medio, entre los dos bandos se despejaron enigmas del futuro en una coqueta oficina en Puerto Madero. Scioli tenía información de una presunta campaña sucia articulada desde el Tigre. Y Massa sospechaba que desde el estado mayor naranja se estaría estimulando el crecimiento de Macri en las encuestas. La estrategia sería que en un eventual escenario de balotaje, allí podría salir triunfador Scioli, algo que se complicaria con Massa.
No obstante, las 40 horas de lluvia ininterrumpida terminaron ahogando los acuerdos bajo cuerda. Y así fue, que sin red, el que cayó en la trampa de una manera inocente, fue Scioli. Durante el atardecer del lunes fue a un partido de fútbol de su equipo “La Ñata”. Al parecer no jugó, pero estuvo al costado de la cancha alentando a sus compañeros. Lo estaban esperando.Aseguran que esa imagen fue captada y subida a las redes sociales por un operador massista apostado en el lugar. Luego impactó en los portales de noticias y desarticuló la imperturbable paciencia del ex motonauta.
Luego vimos a un Scioli desconocido, sacado. Lejos de aquel que se bancó todos los desplantes K. El gobernador imaginó una confabulación e irrumpió telefónicamente en el programa Intratables, de Santiago del Moro. Le habían contado que Massa lo iba a operar por el canal América, con el que ha construído una estrecha relación. Así fue como los fantasmas sobre aquella presunta campaña sucia tomaron vuelo. El gobernador salió con los tapones de punta. Y sin filtro, le apuntó  con nombre y apellido al líder del Frente Renovador.
Dijo que le habían comentado que eso podía suceder. Lo que quedó en duda, es si contaba con esa información, por qué fue a meterse en la boca del lobo a observar el partido, justamente en Pilar, territorio del intendente Zúccaro y aliado de Massa. Hoy en la Gobernación, tanto Juan Courel, secretario de Medios, como Jorge Terlerman, jefes de campaña, no tienen dudas de que se trató de una operación política. Con el efecto logrado, Massa se llamó a silencio. Y Macri, que había oficiado las veces de espectador, enseguida le puso rótulo a la contienda: “es una interna del PJ.Prefiero no meterme a opinar. La gente está sufriendo. El peronismo administró Buenos Aires, 26 de los 30 años de democracia”, disparó.
Lo que nadie esperaba, es que un tema tabú también se metiera de lleno en la campaña y lo disparó Scioli:”¿ Sabés lo que pasa?. Otros se tienen que drogar o tienen que tomar alcohol en exceso. Yo hago lo que hice toda mi vida, media hora de deporte todos los días”, se justificó y redobló la apuesta ante las críticas por asistir al partido de futsal.
Aunque en la residencia de la calle 6 en La Plata lo negaron, algunos tomaron esto como una acusación encubierta hacia el líder del Frente Renovador. Y en este marco, la  presentación de una denuncia contra Carrió terminó jugándole en contra a Massa. “De la locura se puede volver, pero del narcotráfico no”, le replicó la líder de la Coalición Cívica con un comunicado. Horas antes, Massa se había presentado ante la Justicia junto con sus abogados para querellar a la referente de UNEN. “Todos los días dice algo y opina en forma injuriosa y calumniosa”, aseguraron sus representantes, presentando entrevistas periodísticas como pruebas. Y además le solicitaron una pericia psiquiátrica.
Con un nuevo silencio de Massa, el que salió a ponerle el pecho a las balas, fue  su cuñado, Sebastián Galmarini.  “Antes que interpelar a los demás, que explique cómo alguien por Carrió que viajó cien veces al exterior en los últimos tres años no tiene ni un dólar en su declaración jurada”, dijo el senador provincial y hermano de Malena Galmarini, sembrando la sospecha.
Hasta aquí lo que se observa, es la peor cara de la riña política. La condena de la gente, tal vez sirva para que los protagonistas de esta historia dejen de lado los golpes bajos y vuelvan a sus lugares de recato. El electorado espera el debate serio, en vez de pirotecnia. Es hora.

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