viernes, 28 de febrero de 2014

Se viene el otro Cromañón, el juicio por la tragedia ferroviaria de Once



Por Jorge Joury

Algunos ya se animan a decir que será el otro Cromañón y que salpicará en los umbrales del poder.Tendrá por carácter transitivo implicancias políticas, ya que habrá dos ex funcionarios en el banquillo de los acusados, en su momento de gran peso en la estructura ministerial. Lo cierto es que en algo menos de un mes, el 18 de marzo, dará comienzo el juicio por la tragedia ferroviaria de Once, que cobró 51 muertos y más de 700 heridos. Será largo y duro, para los que han perdido un ser querido, “pero al fin estaremos frente a frente con los reponsables.Habrá que ver si resisten nuestras miradas sin agachar la cabeza”, señaló Paolo Menghini, padre de Lucas, un pibe de apenas 20 años que falleció allí y cuyo cuerpo fue hallado 48 después del terrible episodio, en medio de los hierros informes. Paolo sin embargo, cuando lo entrevisté en mi programa radial (Te lo digo en serio, que va de 8 a 10 por la FM local 97.7) dijo que espera confiado que “esta vez llegue el largo brazo de la Justicia con todo su peso y que paguen de una vez por todas los responsables. Creemos que ahora no podrán zafar, a pesar de los 2 años transcurridos. Habrá una sociedad frente a la vidriera de los tribunales de Comodoro Py, que estará observando la transparencia del proceso. Hemos pagado un precio muy caro y encima se sigue viajando mal y las fallas persisten. Esperemos que no vuelva a ocurrir, pero no sería extraño que nos sacuda otra tragedia, por lo obsoleto del material rodante actual”, agregó Menghini.

CUANDO LA CORRUPCION MATA

Paolo Menghini, con las heridas aún abiertas, ya que el 22 de este mes se cumplieron dos años de la mayor catástrofe ocurrida en la ciudad de Buenos Aires, manifestó “que los familiares de Once nos sentimos abandonados por el Gobierno. Pero lo bueno es que la gente está de nuestro lado.Por ejemplo, los hermanos Cirigliano que estaban a cargo de la concesión del Sarmiento, no tienen paz y es bueno que así sea. En su propia ciudad, Necochea donde viven como reyes y se movilizan en helicópteros, son constatemente escrachados. Tipos como estos, que se sirvieron de los dineros del Estado despreciando la vida de los pasajeros, no tienen perdón.Si algo va a quedar claro en el juicio, es que la tragedia de Once es la prueba palpable de que la corrupción mata, porque los Cirigliano y sus cómplices se guardaron los subsidios del Gobierno en el bolsillo, sin hacer ninguna clase de mantenimiento en el servicio. Y todo, para que la gente como nosotros, los laburantes, viajemos como ganado”.

Si ponemos bajo la lupa lo que será el proceso judicial, salta a todas luces que tocará las fibras más íntimas y será seguido por más de un millón de personas que viajan a diario del Conurbano a Capital en el tren. A primera vista, enfrentará a dos posiciones. Por un lado, las defensas de 28 imputados apuntando contra el acusado número 29, el maquinista de la formación que chocó en Once hace exactamente dos años: Marcos Antonio Córdoba.

Los abogados acentuarán la hipótesis de que el motorman se quedó dormido o le pasó algo, pero que básicamente se llevó por delante el andén y eso provocó las muertes. Frente a ellos estarán casi todos los familiares de las víctimas con los ojos bien abiertos. Se trata de los querellantes, quienes también harán hincapié en la responsabilidad de Córdoba, pero principalmente apuntarán a los dueños de la empresa concesionaria del Sarmiento, los hermanos Cirigliano, sus gerentes y empleados jerárquicos. También estarán en el ojo de la tormenta los ex secretarios de Transporte Juan Pablo Schiavi y Ricardo Jaime, que debían controlar el servicio y no lo hicieron. A ellos se los inculpará por el mal estado de la línea, de los trenes y de esa misma formación, lo que provocó –según ellos– gran parte de las muertes. En ese contexto, el motorman Marcos Antonio Córdoba seguirá con una defensa prácticamente solitaria, señalando que no le funcionaron los frenos.Será un juicio muy largo que podría durar más de un año, donde pasarán 300 testigos, entre ellos varios peritos, y la batalla girará sobre dos o tres hechos puntuales.

LAS ESTREGIAS EN EL FUEGO CRUZADO

En el abanico de posibilidades, se cree que los empresarios y funcionarios sostendrán que el tren frenaba, más allá de que hubiera algún compresor en mal estado. Atento a esta hipótesis, si Córdoba hubiera accionado los frenos, la tragedia no se habría producido. La mayoría de los peritos afirma que efectivamente los frenos andaban y que la formación entró a Once casi en punto muerto, a velocidad prohibida, porque el motorman o estaba dormido o había perdido el sentido. Las filmaciones en las que se ve a los maquinistas dormitando –que fueron posteriores a la tragedia– seguramente van a ser usadas como argumento.

Por el lado del fiscal y las querellas dirán que, más allá de la responsabilidad de Córdoba, el tren tenía mantenimientos atrasados y que el parachoques estaba sin cuidado alguno. Esto provocó –según la fiscalía y parte de los querellantes– que se produjeran las muertes. Alguno de los representantes de las víctimas afirman que con el parachoques en condiciones no hubiera habido muertes. Otros dicen que el mal mantenimiento hizo que el segundo vagón se subiera sobre el primero, produciendo la mayor cantidad de fallecimientos.

Frente a estas fallas, las señalarán como decisivas en la tragedia y se trató de mal manejo.Y aquí en donde el escándalo salpicará hacia arriba, dejando al descubierto corrupción en el uso de los subsidios en el caso de los empresarios y falta de control sobre el servicio y las subvenciones en el caso de los funcionarios. Incluso hay querellantes que sostienen que aun cuando el motorman se hubiera quedado dormido, la responsabilidad también es de empresarios y funcionarios por permitir que se conduzca en esas condiciones.

CON EL OJO ATENTO DE LA OPINION PUBLICA

Los jueces afrontarán una instancia delicada. Al igual que en Cromañón, habrá una fuerte presencia de los familiares de los 51 fallecidos, amén de los más de 700 heridos, muchos de los cuales quedaron con serios traumas difíciles de revertir. El Tribunal Oral Federal Nº 2, estará integrado por Rodrigo Giménez Uriburu, Jorge Tassara y Jorge Gorini. El fiscal Fernando Arrigo fue el que pidió la inspección de los coches siniestrados que están en el taller ferroviario de Villa Luro. Esa inspección se concretó hace 15 días. Allí trabajaron los peritos en busca de más pruebas. La procuradora Alejandra Gils Carbó decidió poner un equipo de tres fiscales a colaborar con Arrigo, de manera que la acusación estará reforzada. Arrigo sostendrá la imputación contra todos los acusados: respecto de empresarios y funcionarios por defraudación contra la administración pública, administración fraudulenta y estrago culposo con el resultado de víctimas mortales. Respecto del conductor, la acusación será por estrago culposo con el resultado de las muertes.

CUATRO QUERELLAS EN EL FRENTE DE TORMENTA

Hay cuatro querellas, es decir representantes de las víctimas. Las que encabezan Miguel Arce Ageo, por un lado, y Marcelo Parrilli y María del Carmen Verdú, por el otro. En este caso no inculparán al maquinista. Irán contra los empresarios y funcionarios. Las otras dos, comandadas por Gregorio Dalbón y Leonardo Menghini, acusarán a todos los imputados. Menghini es el tío de Lucas, el joven hallado muerto dos días más tarde. La familia de Lucas acusó a los bomberos que actuaron en el caso de no haber hallado el cuerpo de su hijo el mismo día de la catástrofe. Y, de hecho, fueron procesados ocho de ellos . Uno falleció en el incendio de la planta Iron Mountain en Barracas.

Al tratarse de un delito culposo –por impericia, imprudencia o negligencia– la pena va hasta los cinco años de prisión, dado que hubo muertes. Alguna de las querellas tratará de acusar por homicidio con dolo eventual, algo que no será fácil de comprobar. Habrá que ver cuánto se puede probar respecto de las supuestas defraudaciones por los subsidios y, en caso de culpabilidad, cuánta pena agregaría. Como es obvio, los imputados sostendrán su inocencia. Hasta aquí, el tablero de ajedrez de un juicio histórico, donde a la corrupción le puede llegar la hora de un castigo ejemplar, para que Once no vuelva a repetirse.

“No tenemos miedo”, fue la frase que atronó de boca de los familiares de las víctimas de la tragedia, durante el acto del sábado pasado en Plaza de Mayo.La crudeza de esa expresión y las velas encendidas, tal vez resuman un dolor sin fecha de vencimiento.Es más que suficiente, como para que nos les tiemble el pulso para dar la batalla por la verdad.

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