Por Jorge Joury
Algunos aseguran que Hugo Moyano ya está más con un pié en el fútbol, que en la CGT. Se lo ve ocupado casi a pleno con su querido Independiente. En su entorno sostienen que sus hijos están haciendo precalentamiento para reemplazarlo. Les dejará la mesa del poder servida. En los pasillos de Camioneros murmuran que es su último año en la fragua de la lucha sindical. Está mimetizado con la camiseta roja, en un club cercado por las deudas, donde es imposible parar la pelota.
El jueves próximo volverá a la carga para poner en vilo al Gobierno con un paro general. No solo lo hará para demostrar ante CFK que su poder de fuego está intacto, sino además para marcarle la cancha a los que vengan en el 2015. Pero el líder sindical arranca mal la semana. Viene de sufrir un sopapo con Independiente que cayó 4-0 frente a Vélez y ahora deberá exponerse a un fuerte desafío, rogando que su movida tenga la contundencia que desea.
El paro general tendrá muchos mensajes. Algunos para esta etapa y otros para la que viene. Nadie duda que mostrará la cara de la inactividad. Pero también hay quienes consideran desatinada la protesta, en un momento donde los argentinos piensan cada vez más en el rezo a San Cayetano para preservar el empleo, que en salir a las calles a agitar las aguas de la conflictividad.
La recesión que pega fuerte. Despidos y suspensiones en las fábricas. Y los sectores de la izquierda sindical que aprietan a las bases, son las excusas más fuertes que esgrimen las CGT de Moyano y Barrionuevo para ponerse pintura de guerra en el rostro.
SE PERDIERON MAS DE 300 MIL CUENTAS SUELDO
Las datos “duros” de la realidad continúan mostrando una retracción del mercado laboral, luego de que el INDEC transparentara un aumento de la desocupación en un 0,3 por ciento. Pero una de las cifras que hicieron temblar la estantería, la aportó el propio Banco Central, quien informó que se cerraron más de 300 mil cuentas sueldo entre di- ciembre de 2013 y marzo de este año. Y encima, en medio de este espasmódico escenario de la economía, aflora cada vez con más fuerza la pelea con los fondos buitres y la mirada de un juez que quiere sumergir al país en la noche polar. Pero los líderes gremiales no quieren verse superados por las bases, ni dejarle el camino allanado a la izquierda en las fábricas. Por eso, después de varios amagues y sin respuestas a sus reclamos decidieron salir a la cancha. Encarnado en Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y Pablo Micheli, el sindicalismo vuelve a unificar acciones. Activarán el jueves próximo otra huelga en todo el país por 24 horas. Será la tercera desde que Cristina Kirchner asumió la presidencia de la Nación. Para que se tenga una idea de las pérdidas que esta protesta le acarreará al país, un estudio reciente de la consultora Analytica, de Ricardo Delgado, las estimó en 3.360 mi- llones de pesos, el equivalente a la inactividad de un feriado.
LOS ALCANCES DE LA MEDIDA
Si la huelga tiene la adhesión que pronostican sus dirigentes, el jueves, millones de personas quedarán atornilladas en sus hogares. No habría trenes, aviones, actividad portuaria ni camiones. Es probable que tampoco haya colectivos, más allá de si la UTA adhiere o no a la medida de fuerza. Los trabajadores bancarios también pararían. Y lo mismo haría el sindicato de la Alimentación de la Capital Federal, que conduce Rodol- fo Daer. La CTA anti K también anun- ció que se plegará al paro.
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