martes, 5 de agosto de 2014

Murió Grondona: Don Julio ya es leyenda


Por Jorge Joury


Tenía en su anillo estampada la frase: “Todo pasa”. Lo acompañó durante gran parte de su vida. Tal vez con ello resumía que cualquier mal paso, por más grave que fuera, termina cicatrizando en olvidos. Así era Julio Humberto Grondona, una personalidad inexpugnable. Terminó como vivió, con el título de invencible para sus enemigos que no lo pudieron desbancar del sillón más importante y codiciado del fútbol argentino. Manejó el viento y una de las chequeras más grandes del mundo. Por su olfato y muñeca, sedujo a todos los dirigentes de los clubes para perpetuarse. Y fue generoso en el reparto, cuando las arcas de las instituciones se secaban. Por eso se ganó el mote de ” El Padrino”, tanto para quienes lo quisieron y lo odiaron. Se lleva el récord de haberle dedicado casi la mitad de su vida a la Asociación del Fútbol Argentino. Nada menos que durante 35 años. Pero además se dio el lujo de fundar Arsenal de Sarandí, club en donde puso énfasis para que fuera administrado como un reloj, con la misma precisión que la AFA.

Tuve el privilegio de hacerle uno de los primeros reportajes. Fue ni bien asumió al frente de la casa mayor del fútbol argentino. Lo primero que hizo fue visitar Diario Popular, medio que por ese entonces yo conducía, porque la sede está en Avellaneda y esa fue su ciudad madre. Allí era dueño de un poderoso corralón de materiales y de una ferretería. Por aquellos años se comentaba que Don Julio ya era un hombre de fortuna. Todavía recuerdo que dos décadas después lo invité a dar una charla en el Círculo de Periodistas de la Provincia. Por entonces, en una conversación privada me comentó: “cien veces me quisieron matar. Hay muchos buitres detrás de la AFA. Pero no les voy a dar el gusto. Antes me van a sacar muerto, con las patitas hacia adelante. Pero no lo escriba, porque lo voy a desmentir. La ropa sucia nunca se muestra en público”.

AL MAESTRO CON CARIÑO

También aquella vez me confesó que en su análisis Bilardo fue el técnico más importante en la historia de las selecciones. “Es un maestro, disfruta del poder y siempre tuvo hambre de gloria, además de saber todas las picardías para manejar un grupo y ganarle al más temible de los enemigos. Con él, dormís tranquilo. En algo nos parecemos”, reflexionó.

A Grondona nunca le tembló el pulso. Manejó con aciertos y errores la AFA y la FIFA. Se comenta que en esta última entidad, disponía de una chequera de 4.500 millones de euros, capaz de sostener lo insostenible. Así se erigió como un referente también del fútbol mundial. Hay que reconocer que su segundo hogar fue la sede de la calle Viamonte al 1.300, donde pasaba casi todo el día abocado a la rosca del deporte más popular y sus negocios.

No se le escapaba nada. Hasta los regalos, pasajes de avión y publicidades pasaban bajo su lupa. Más aún, le llegaban pormenorizadamente los comentarios de pasillo de lo que ocurría en el edificio. Había instalado una suerte de KGB que le acercaba todos los chimentos. Su deceso paralizó al país, ya que todos sostenían que Don Julio era inmortal, como Gardel. Fue como si el mismo hubiera programado la repercusión de su propia muerte, con estridencias. Así se convirtió en título a lo ancho de todos los portales de internet. La radio y la televisión le dedicaron horas a su trayectoria y los diarios lo ubicarán en lo más alto de sus portadas. Y hasta tal vez, hoy alguien comience a escribir sus memorias.

EN LOS POTREROS DE SARANDI

La historia cuenta que Grondona nació el 18 de septiembre de 1931 y puso un pie en tierra firme en la AFA el 15 de abril de 1979. Había sucedido nada más ni nada menos que a don Alfredo Cantilo, en plena dictadura militar del Proceso en Argentina. Con él a la cabeza, arrancó una etapa de oro en materia de éxitos. La Selección Nacional ganó el Mundial de México 1986 y los juveniles alcanzaron seis títulos mundiales a saber: 1979, 1995, 1997, 2001, 2005 y 2007. También se conquistaron dos Juegos Olímpicos (2004 y 2008), dos Copa América (1991 y 1993) y varios torneos de menos jerarquía.

En Avellaneda, cuando frecuenté el desaparecido restaurante “Los amigos” , recordaban algunos pasajes de su vida. Como cuando de pibe Grondona jugó al fútbol en los potreros de Sarandí y se probó sin mayor suerte en River. A los 24 años, junto con un grupo de amigos del barrio, fundó el Arsenal Fútbol Club, del que fue su presidente durante 20 años. En 1970, quien llegaría a ser uno de los más importantes dirigentes de la historia del fútbol argentino, fue suspendido por un año y medio, por agredir al árbitro Filacchione. Tiempo después, ya arrastrado por su fama de hombre ordenado y persistente, coronó su objetivo: la presidencia de Independiente.

De allí solo le faltaba un escalón y lo sabía. Ya con experiencia y con porte de dirigente sólido, estas condiciones lo catapultaron hacia la AFA y luego a la FIFA. En este último organismo, desde 1988 se constituyó en un influyente vicepresidente, secundando primero a Joao Havelange y luego a Josepp Blatter, a quienes siempre apuntaló. Aun en los momentos más difíciles, ambos personajes mantenían una línea abierta con Grondona para pedir sus consejos. Allí, también fue inexpugnable, ya que al momento de su muerte aún desempeñaba ese cargo.

LE SOBRABA CALLE

Era un pícaro por naturaleza y resultaba difícil sacarlo de caja. Aunque se lo ofendiera, no era de responder con exabruptos. Así se convirtió en uno de los hombres más poderosos de la Argentina. Alguien dijo que comandaba un “Gobierno paralelo”. Con un poder superior al de cualquier otro dirigente deportivo en la historia. Además, se codeó con todos los presidentes y no tuvo color político a la hora de consolidar su reino. Como mencioné al comienzo de la nota, su famosa frase grabada en el anillo: “Todo pasa”, marcó su estilo. No obstante, la terminó desterrando por el fallecimiento de su esposa, uno de los golpes más grandes que recibió en su vida y del que no logró reponerse.

Personalista, democrático cuando durante buena parte de su mandato acudió al consenso de la gente para tomar decisiones, siempre cosechó insultos ante cualquier situación adversa para equipos e hinchas. Lo culparon de digitar campeonatos y de mandar clubes a la B. Y como pocos, su apellido fue coreado en salvas de puteadas por casi todas las hinchadas. Pero nadie podrá negar que erigió a la AFA en uno de los bancos más importantes de la Argentina. En un principio se alió con el grupo Clarín para la televisación del fútbol. Y cuando vio que sucumbía la corporación en su pelea con el Gobierno, se erigió en el constructor de Fútbol Para Todos. Qué más decir. Murió Grondona, nace una leyenda…

No hay comentarios: