martes, 29 de julio de 2014

El Acueducto romano de Segovia, una de las grandes joyas de la humanidad



Por Jorge Joury (Enviado especial a España)


Hay que reconocer que casi mete miedo por su grandilocuencia. Es patrimonio de la humanidad y debajo de él, uno casi se siente un enano por la altura y el respeto que inspira. Se trata del acueducto romano de Segovia, una de las obras más imponentes que se recuerden. Y lo más importante es que está intacta. Cuesta creer con qué equilibrio y medidas de precisión fueron apilados esos enormes bloques de piedras que se alzan a las puertas de la bella ciudad española de Segovia.

Allí, en esa postal rodeada de montañas y valles, el tiempo parece haberse detenido a lo largo de los siglos. Los estudios sostienen que es probable que sea el mejor y más completo acueducto que le queda a la humanidad, de todos los que se construyeron en el Imperio Romano.

No solo por su excelente conservación, sino también por su concepto, tamaño y diseño. Aunque ha sufrido algunas destrucciones parciales, remodelaciones e incluso la desaparición parcial de sillares, en concreto de cornisas, la obra inspira respeto por la manera en que aquellos hombres la proyectaron, aún al costo seguro de las vidas que quedaron en el camino, como ocurrió con las tumbas de los faraones en Egipto.

No se discute que el Acueducto de Segovia es la obra de ingeniería civil romana más importante de España. A su importancia histórica hay que sumar su valor estético y monumental, debido, fundamentalmente, al inolvidable impacto visual que provoca su contemplación casi desde cualquier ángulo.Sin embargo la parte visible, no deja de ser un pequeño tramo de todo un complejo hidráulico que puede rastrearse casi en su totalidad. Es obvio el valor arqueológico, no sólo de la conducción enterrada sino de la propia cacera aérea. Por otro lado, esta construcción, hasta no hace mucho tiempo, estuvo en uso y su característica funcional ha perdurado durante sus casi dos milenios de existencia, cuestión ésta que ha tenido un peso importante en su íntegra supervivencia.

Por otra parte, el Acueducto, a diferencia de otras construcciones similares, ha dado vida a lo largo de los siglos a un núcleo urbano que, en gran medida, se ha ido formando bajo su referencia. Es decir, no se trata de un resto del pasado mejor o peor conservado que ha quedado al margen del desarrollo de la ciudad. No se trata de un monumento muerto que sólo pueda ser contemplado como un objeto de museo y venerado por su importancia histórica. El acueducto romano es el elemento distintivo de la ciudad de Segovia, no sólo por que la atraviesa totalmente sino porque la ciudad no sería tal, ni en su fisonomía ni en su actividad, sin este atributo permanente.

CASI TREINTA METROS DE ALTURA EN LA PARTE MAS ELEVADA

Ubicarse debajo de la majestuosidad de esta mole de piedra, es algo así como sentirse un ser diminuto frente a la descomunal altura de 29 metros en su zona más elevada, que se trepa como desafiante en el cielo azul casi topacio. La obra aporta al paisaje de la ciudad, la majestuosidad, armonía e integración, lo cual ha sido motivo fundamental para que en las acciones de restauración se mantuviese el diseño original, siendo la más importante la acometida por los Reyes Católicos. Es, sin duda, la obra de ingeniería más artística y monumental de la historia romana.

Certificar los verdaderos orígenes de su construcción es complicado, ya que no quedan inscripciones claras o documentación suficiente . Se le ha atribuido a Trajano, a Cludio, a Nerva o a Domiciano, pero lo que es seguro que debió haberse consumado a finales del Siglo Primero o en los albores del Segundo.

El acueducto toma el agua del río Frío situado a 18 km. de la ciudad, la Secovia romana. Se conduce mediante un canal de 0,30 m. de ancho y 0,30 m. profundo. Discurre a cielo abierto hasta el pinar de Balsaín, donde se entierra hasta llegar a un primer filtro de arena . Desde ese punto el cauce se eleva sobre un muro -parte de la conducción esta hoy perdida- que desemboca en un segundo deposito de decantación. Este está protegido por una caseta rectagular de 7,70 m. por 4,80 m. de planta con una bóveda de cañon ligeramente apuntado. El estanque interior mide 4,30 m. por 2,20 m. de planta y 2,60 de profundidad. Su fábrica esta compuesta por seis hileras de sillares.

MAS DE SEIS CUADRAS DE GRANDILOCUENCIA

De este segundo depósito sale la conducción elevada que es conocida en todo el mundo. Está compuesta de 166 arcos de medio punto -68 sencillos y 44 dobles superpuestos. El largo total es de 638 metros, más de seis cuadras. Pero hay que aclarar que el trazado de esta sección elevada no es recto. Tiene varios sectores que varían su dirección.

La parte más conocida, está compuesta por 43 arcos dobles -86- y dos sencillos, el primero y la última. Las luces de los superiores son ligeramente más amplias, de unos 5,1 metros. Esta arquería termina en la muralla. Desde allí hasta el deposito general existian 9 arcos sencillos, de los cuales solo se preservaron cuatro. Llega a medir 29 m. de altura en su zona más elevada.

Hasta hace unos años, los automóviles y colectivos que llegan a Segovia pasaban por debajo de este coloso de piedra, pero hoy está vallado para preservarlo. Después de cruzar la gradilocuencia de la obra, espera el encanto de la ciudad, con sus calles empinadas, salpicada por casas de la época, con puertas enormes de madera tallada. Algunas con sus llamadores en bronce impecables. Hay negocios de todo tipo. Desde ropa, hasta réplicas de antiguedades, entre ellas candados y llaves enormes, similares a las del año 1800. Pero dominan el paisaje los restoranes, donde el plato más codiciado por los visitantes es el cochinillo asado. Pero antes saboreando una exquisita entrada de salmorejo. Todo, regado con vinos de la bodegas Rioja o de la Ribera del Duero. Además se pueden encontrar los embutidos más sabrosos, como chorizos colorados, jamones serranos y Pata Negra, de cerdos alimentados con bellotas- También quesos de diferentes sabores y conservas de pescados, entre las cuales sobresalen los boquerones en vinagre, las anchoas y los atunes. Tomar el auto e irse de Segovia a pocos menos de una hora deviaje hacia Madrid, significa dejar atrás un pedazo de historia grande, una de las joyas más imponentes que le quedan hoy a la humanidad

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