martes, 29 de julio de 2014

Magaluf, la ciudad del pecado, en pleno corazón de Mallorca



Por Jorge Joury


A Magaluf la llaman la Ciudad del Pecado o del descontrol. También de la lujuria. Allí tienen cabida todos los excesos, principalmente para los turistas europeos. Aunque son ingleses y alemanes, los que más se hacen notar. Llegan forrados de dinero, ávidos de sexo, drogas y borracheras. Todo ocurre en el marco de la ley del vale todo, que se respira en las calles. A este rincón del paraìso ubicado en pleno corazón de Mallorca, con playas de arenas blancas como la harina, se llega por avión desde el aeropuerto madrileño de Barajas en Madrid, en poco más de una hora y medio de vuelo. Desde la ventanilla del avión, poco antes de llegar, ya se observa un espejo casi azulado y transparente de aguas tibias. Es el preludio del encanto de las Baleares, pero que para algunos se convertirá luego en la antesala del infierno.

En Magaluf recalan jóvenes de diferentes países de europa, a sabiendas de que entrarán en el mundo de lo más prohibido en sus naciones, pero que aquí a cambio de un puñado de euros, se accede con facilidad. Pero no todo será fiesta este espacio de lujuria. La gran pesadilla de las autoridades, es la denominada “droga caníbal”. Así la llaman, ya que se trata de una sustancia similar a la cocaína, que puede ser fumada como marihuana sintética, aspirada o inyectada. Pero sus efectos son terrorificos. Más allá de alucinaciones, se registran casos de paranoia extrema, reacciones violentas donde los consumidores llegan a moder a sus parejas hasta hacerlas sangrar. En esta suerte de bautísmo rojo, todos los años algunos jovenes mueren por instintos suicidas, como arrojarse desde las habitaciones del hotel para caer en la piscina. Los que no tienen la suerte de impactar en las aguas, quedan tendidos en el piso como el mudo testimonio de un espanto sin límites.

Gritos, gemidos y corridas, también son perceptibles cuando cae la noche en la calle principal, Punta Ballena, donde la música aturde y mujeres y hombres se frotan los cuerpos con espuma de aerosoles, agitando sus vasos en el aire. En ese escenario de unas cuatro cuadras de largo se puede encontrar el pentagrama más amplio de excesos. Hay sexo exprés a cambio de alcohol y el oral cuesta unos 20 euros. Pero la oferta se redobla, cuando señoritas despampanantes, rubias, morenas y pelirrojas, ofrecen otros placeres en el interior de oscuros cuartos al fondo de los callejones. Allí generalmente los turistas más borrachos, terminan siendo saqueados por grupos muy bien organizados para tales fines.

Hace unos años, lo que sucedía en Magaluf quedaba allì y en el testimonio que pudieran hacer trascender, de manera más o menos exagerada sus protagonistas fuera de sus fronteras. Pero fue la BBC Three la que destapó la olla. La cadena de TV inglesa empezó a emitir un documental llamado “Sol, sexo y padres desconfiados”, que ya lleva cuatro temporadas mostrando descarnadamente los primeros viajeres de jóvenes de ese país sin sus padres, para internarse en la lujuria de la ciudad española del pecado.

Por este documental hoy se conocen algunas de las práctica más extendidas en la noche mallorquina, como lo son los concursos sexuales, donde las mujeres deben hacer ante la vista de todos felaciones a los hombres presentes en un mínimo de tiempo. Allí la ganadora obtendrá el derecho a barra libre de tragos en el lugar durante el período que duren sus vacaciones.

Hoy este escenario mallorquin de excesos se resiste a los límites. Algunos aseguran que las autoridades locales, aún cuando pretenden mostrar una imágen de reprimir los excesos, por otro lado equilibran sus acciones y hacen la vista gorda para que el negocio del placer no se desmorone, ya que deja al año millones de euros que llegan desde toda Europa y que en la situación económica actual de la península, son una pieza clave para el ingreso de divisas. No nos olvidemos que España vive por sobre todas las cosas, de su principal fuerte que es el turismo. Más aún cuando todavía el país no ha logrado salir de la crisis después de casi 7 años, donde quedan más de cuatro millones y medio de desocupados y mucha gente en situaciòn de calle, porque han debido abandonar sus viviendas por no poder hacer frente a los créditos de la burbuja inmobiliaria. Y lo más doloroso, es que hay más de dos millones trescientos mil niños con problemas de alimentación. De todas maneras, aunque nadie escapa a la curiosidad de ver Magaluf, para quienes buscamos un remanso de otras caracteristicas, a pocos kilometros existen playas paradisiacas , donde la paz y las aguas turquesas son la contracara de la temible postal de Magaluf.

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