martes, 29 de julio de 2014

Franco y Perón, dos presencias en el silencioso Valle de los Caídos



Todo indica que más allá de rendir homenaje a los que murieron durante la guerra civil Española, la pretensión del dictador Francisco Franco fue perpetuar su memoria en el tiempo. Y lo hizo, en el denominado Valle de los Caídos. Se trata de un monumento imponente a modo de cementerio, tallado con sudor y sangre sobre las entrañas de piedra de la sierra de Guadarrama. Fue construido entre 1940 y 1958. Se encuentra situado en el municipio de San Lorenzo de El Escorial, a unos 40 kiómetros de Madrid y se llega primero por autopista y luego subiendo a manera de espiral con el auto, por un bello paisaje de montaña salpicado de pinos.


Cuando logramos poner un pide en tierra firm en el sitio más alto, la pregunta de cajón es cómo el hombre pudo haber construido semejante tumba, similar a la de los faraones. Es indudable que tuvo su costo humano. La historia cuenta que durante las obras de este coloso de piedra y hoy repleto de históricos frizos y estatuas, murieron unas 27 mil personas, entre soldados y presos.

LA CRUZ MAS GRANDE DE LA CRISTIANDAD

En el lugar están instaladas la cruz y la basílica más grandes de la cristiandad (150 metros de altura y 260 metros de longitud, respectivamente.El monumental monumento pertenece al patrimonio nacional de España y seguramente su mantenimiento debe insumir muchísimos millones de euros al año. Por lo que nos contaron en el lugar, su apertura al público fue el 1 de abril de 1959. Se calcula que lo visitan medio millón de personas al año y proporciona al Estado unos ingresos anuales de dos millones de euros.

El entonces jefe de Estado Español, Francisco Franco fue el que ordenó su construcción y sus restos descasan allí sobre la parte trasera del altar, ya que sobre el frente están los de José Antonio Primo de Rivera, fundador del partido Falange Española. También fueron sepultados, pero en una suerte de osario otros casi 34 mil combatientes de ambos bandos en la Guerra Civil, tanto nacionales, como republicanos. El objetivo de la obra fue perpetuar la memoria de las víctimas de la sangrienta lucha fratricida y de paso instalar una visión reconciliadora. Ni más ni menos, para que no vuelva a repetirse un hecho de estas características, según me manifestó Francisco Marín, un distinguido profesor de la Universidad Margarita Salas de Madrid que gentilmente me acompañó durante la visita para empaparme de todos los detalles de esta obra monumental.

En el complejo se hallan una abadía benedictina, parte de la cual fue remodelada como hospedería para atender el requerimiento de los turistas. Y allí está, como decíamos anteriormente, una basílica excavada en la roca, donde se encuentran ocho capillas. Están enterrados casi 34 mil combatiendes, la mitad de ellos sin identificar. Y si elevamos la vista hacia el cielo, nos toparemos con la majestuosidad de la más alta cruz cristiana del mundo, con 150 metros de altura visible.

EXCAVARON SOBRE 200 MIL METROS CUBICOS DE ROCA

Los brazos brazos de la cruz miden 46 metros y tiene dos basamentos. A 25 metros de altura, en el primer basamento, se encuentran las esculturas de los cuatro evangelistas y sus símbolos: Juan y el águila, Lucas y el toro, Marcolos y el león y Mateo y el hombre alado. En el segundo basamento a unos 42 mtros de altura, se representan las cuatro virtudes cardinales a saber: prudencia, justicia, fortaleza y templanza. Cuando bajamos a la explanada nos topamos con la cripta o basílica de 262 metros de longitud. Allì nos cuenta Marín que se excavaron 200 mil metros cúbicos de roca para su construcción. En la puerta de entrada, en bronce están representados los 15 misterios del Rosario y un apostolado. En la reja que da paso a la nave se hallan inmortalizados cuarenta santos y está rematada en el centro con la figura del apostol Santiago, patrono de España. La nave está dividida en cuatro tramos. Hay en ella seis capillas y en los murales ocho tapices flamencos realizados en el siglo XVI. Pero los que hoy vemos son copia del siglo XX, teniendo como tema iconográfico el Apocalipsis de San Juan.

LA MAJESTUOSIDAD DEL ALTAR MAYOR

El altar mayor es de una pieza de granito pulimentado, desde donde asoman con dos relieves de hierro dorado que representa, el Santo Entierro y la Sagrada Cena. Sobre el altar se encuentra una cruz de madera con un Jesucristo , Tras él se encuentra la tumba de Franco . Y frente a èl, la de José Antonio. Está todo encuadrado por cuatro arcángeles de bronce y sobre el altar mayor podemos observar la cúpula de 42 metros de altura y 40 de diámetro, decorada con figuras sobre mosaico policromado.

En la cabecera del crucero está el coro. Allí pueden apreciarse sitiales en madera labrada. Y en los laterales hay dos capillas con buena parte de los restos de las más de 40.000 personas que hay en la basílica, caídos en los frentes de la sangrienta guerra. Enfilamos luego hacia la puerta, en medio de la ténue y mortecina luz ambiente, mientras una grabación, de lo que uno imagina como el canto de presuntos monjes fantasmas, permanentemente nos acompaña con los acordes de la música sacra.

Afuera, el silencio también es muy profundo. Tal vez para acompañar el descanso de tantas vidas perdidas. Parece como fuera de contexto, pero antes de irnos el profesor Marín cuenta una referencia de Perón. “Perón ayudó mucho a nuestro pueblo cuando acabó la guerra civil, enviando alimentos, porque la hambruna era tremenda y Franco le estuvo siempre agradecido . De allí que lo recibiera con los brazos abiertos cuando se exilió en la residencia de Puerta de Hierro”. Es evidente que Perón y Franco cultivaron afectos, como históriciamente lo hicimos españoles y argentinos.

Nos marchamos de la sierra de Guadarrama con esa anécdota en los oídos. Volvemos a internarnos otra vez por la vegetación de pinos, robles y algunos olmos . Desde los arbustos, irrumpen las jaras, los romero y el perfume de los tomillos. En las colinas se observan a lo lejos algunos arroyos de agua pura y cristalina. Ya bebimos de ella en las canillas frente a la abadía. Pero me impresiona el silencio, que sigue siendo profundo, como si quisiera amparar el sueño reparador de los caídos.

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